El duelo en adolescentes, cómo ayudarlos en este proceso
La adolescencia es una etapa crucial en el desarrollo físico, mental y emocional del ser humano. Aunque se tiene una mayor comprensión de muchos aspectos de la vida, no se tienen las herramientas de inteligencia emocional para afrontar eventos significativos como la muerte de un ser querido.
Según Atle Dyregrov, en Grief in Children (Duelo en niños), la visión de la muerte y el duelo, varía en las distintas etapas de la niñez, desde la primera infancia hasta la adolescencia. El adolescente posee los conocimientos abstractos de la muerte y la pérdida, son capaces de adjudicar valores de justicia o injusticia sobre la muerte e incluso, pueden darle otro tipo de connotaciones distintas e incluso parapsicologicas.
Primeras Reacciones
La tormenta hormonal, junto a los profundos cambios físicos y mentales que experimenta un adolescente, le hace especialmente susceptible a eventos traumáticos como el fallecimiento de un ser querido. Algunas de las reacciones que pueden experimentar adolescentes ante esta situación, pueden ir desde la rabia, la apatía, aislamiento o incluso rechazo a todo lo concerniente a su participación en ritos funerarios o el recuerdo del ser querido.
En algunos casos extremos, el adolescente puede recurrir a conductas auto lesivas como el consumo de alcohol, drogas y el alejamiento total del resto del entorno familiar. Aunque como padres o tutores, este tipo de conductas pueda disparar nuestras alarmas, es crucial que podamos entender que son mecanismos de defensa ante la incapacidad emocional de lidiar con una situación adversa e irremediable.
Sin embargo, los estados depresivos prolongados, la disminución del rendimiento escolar o la mención de reunirse con su ser querido, son alertas que deben llamar poderosamente nuestra atención y solicitar la ayuda de un psicólogo o terapeuta profesional.
¿Cómo Actuar?
En estos momentos de intensa carga emotiva, debemos como padres o tutores, actuar inteligentemente y comprender que, sumado a los elementos típicos de la edad, se agrega un evento doloroso y algunas veces traumático. Una de las características inherentes a la adolescencia, es la búsqueda del espacio propio y del rechazo a toda forma de acercamiento con padres o tutores.
Es importante que le hagamos saber, que comprendemos su necesidad de lidiar de manera individual con sus emociones pero que estamos disponibles y apoyándolos en todo momento. A veces, el adolescente puede proyectar una imagen de indolencia o apatía en relación al duelo, pues, en sentido general, puede sentir una especie de temor a mostrar debilidad mediante la expresión de sus sentimientos.
En ningún caso debemos culparlos por expresar apatía, frustración, tristeza o incluso rabia u obligarlos a manifestarse de una determinada manera. Este proceso, se agudiza aún más cuando la pérdida de uno de los padres le hace autoimponerse la necesidad de permanecer “fuerte”, ante los demás familiares y servir de apoyo a hermanos menores.
Muchos adolescentes, tienden a aferrarse a objetos que le hagan recordar a sus seres perdidos. Usar una prenda de ropa o conservar cerca de sí, alguna fotografía o pertenencia del familiar o amigo perdido. El uso de elementos como colgantes para cenizas, son un excelente aliado en este proceso, pues les permite llevar consigo una prenda que les permite homenajear y llevar consigo en todo momento, a ese ser especial que ya se ha marchado.
En ocasiones, nuestro propio dolor no nos permite asistir a un adolescente de la manera más efectiva posible, ya que nuestra propia vulnerabilidad y/o sensibilidad, puede entorpecer este proceso. Es ahí cuando podemos pedir ayuda a un familiar o amigo cercano, incluso solicitar la ayuda profesional a un psicólogo o terapeuta.